Publicamos un análisis a La rabia y el orgullo, uno de los últimos libros publicados por la periodista italiana Oriana Falacci, quien en él escribe del mundo islámico y su influencia en el occidental; todo esto en el marco del atentado del 11 de septiembre de 2001.
El análisis está hecho por María José Vargas -trabajo para un curso en su universidad; de ahí la razón del formato de preguntas personales en el que está estructurado el análisis- y publicado en su blog tecladomalogrado.
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Me duele tener que publicar sólo refritos -es decir, no he escrito nada especialmente para el blog- pero creo que amerita colgar este pequeño análisis que tuve que hacer para un curso en la universidad. Oriana Fallaci, periodista italiana fallecida a fines del 2006, conocida por su estilo tajante y sus entrevistas, era de las periodistas que no se callaban nada y buscaban la verdad. No sé si la llegó a encontrar, pero para cuando escribió el libro, le faltaba camino.
"La rabia y el orgullo" es un sermón -ella misma lo dice- que brotó de la pluma de la periodista a raíz de los atentados a las Torres Gemelas en setiembre del 2001. Hasta ese momento, ella había mantenido un voto de silencio. Autoexiliada en Nueva York, ella interrumpe este silencio, pero no es para jalarle las orejas sólo a los árabes: le jala las orejas a todos los europeos, a la par que cuenta anécdotas de su vida. No lo leas si estás en depresión, el libro es un poco amargo.
Dije que le aumentaría cosas; me pusieron como límite 3 caras a4 y yo pensé que las sobrepasaría, pero sí me alcanzo. Tengo el ojo más grande que la hoja =) Si puedo, comentaré algo más. Ahí va:
***
El propósito de la autora al escribir La Rabia y el Orgullo
La autora escribe el libro buscando despertar las conciencias de los occidentales. Ve en el contexto del atentado a las Torres Gemelas el momento perfecto para advertir al mundo occidental de la amenaza que constituyen los islámicos. Interrumpe su silencio en defensa radical por la cultura occidental, puesta en peligro por los islámicos que quieren imponer la suya.
La autora se dirige a los occidentales. A los europeos, de manera general; a los italianos, con más énfasis. Por esta razón, el libro empieza hablando del mundo islámico y de los estadounidenses, y termina con la política actual italiana.
Los efectos de la obra en cada uno de ustedes
Leer este libro me ha abierto un poco más a lo que es problemática internacional. Antes de leerlo, miraba con malos ojos a Estados Unidos y no veía a los islámicos como una amenaza para nuestra cultura. Ahora que lo he leído, ya conozco los lados positivos de la sociedad estadounidense y conozco más de la cultura islámica.
En la idea de que Occidente esté amenazada ferozmente por el Islam, no la niego, pero tampoco estoy plenamente convencida; es decir, sé que existe pero no me tiene preocupada. Lo tengo en cuenta como una realidad que sucede, pero realidad ajena. Esto lo puedo atribuir a una ignorancia un poco grave en lo que concierne a guerras islámicas y mentalidad árabe: si hay avance árabe en Europa, es asolapado: uno lee noticias acerca de la guerra de Irak, pero de influencia e incursión islámicas en Europa, sólo algunas columnas de opinión en medios de comunicación internacionales.
Tendría que vivir esa incursión árabe masiva para verdaderamente estar preocupada. Por otro lado, además de discreto, el proceso de ‘islamización’ es mucho más lento por su propia naturaleza. La autora misma lo dice, afirmando que ella viene avisando esto desde hace –entonces- 20 años. Además, el Islam existe desde el siglo VII, y el Corán no ha cambiado en los siglos transcurridos. La misma palabra ‘islam’ significa sumisión.
En líneas generales, creo que si me informo más, a través de otras perspectivas, puedo convencerme más de la realidad actual europea, concretamente. No miro la situación con indiferencia: ahora muestro un poco más de interés por las noticias del mundo islámico.
¿Qué parte de la obra es la que más les ha impresionado? ¿Por qué?
Lo que más me ha sorprendido es la forma en que habla del mundo islámico en todos los relatos acerca de sus viajes, sus entrevistas a líderes árabes, etc. Muestra cómo es la vida en los países teocráticos, donde la religión y el gobierno tienen una unión fuertísima. Me ha impresionado la radicalidad de las leyes y costumbres, la nulidad supina de la expresión, el pésimo trato hacia la mujer; el extremismo islámico llevado a la ley, el afán de islamizar el mundo y de eliminar cualquier manifestación de cultura ‘preislámica’, ‘condenada por el Profeta’ (episodio de la destrucción de los Budas de Bamiyán), el no justificar los medios contal de islamizarlo todo.
¿Cuál es su opinión sobre lo que escribe Oriana?
Por un lado, aprecio lo escrito pues conozco el estilo de la autora y su política de no guardarse nada: decir lo que normalmente la prensa no dice; es decir, es franca, y en temas polémicos en los que nadie se atreve a dar un paso.
Acerca de lo escrito, hace buena alusión al título: sólo algunos episodios están libres de rabia. Ella misma afirma que escribió este sermón en unas semanas intensas en las que casi no comió ni durmió. Luego de un silencio de más de 10 años, la autora descargó en esas primeras notas desordenadas todo lo que llevaba dentro. Por eso, veo en la obra esos tintes rabiosos: además del estilo propio de la autora, se había aumentado todo lo que no ha dicho en esos lustros de silencio. Creo que, por estar cargado de rabia, por momentos la lectura se torna agresiva; llega un momento en que parece exagerado o fuerte lo que está diciendo. Como si llamase la atención al lector en cada párrafo. No deja pasar nada: el libro es una mezcla de relatos desordenados de aspectos de su vida, sus entrevistas y visitas a variados lugares, pequeños sermones a sus detractores, etc. Estos relatos de su vida personal dan fundamento a lo que dice –aunque, ciertamente, el texto trasluce su forma de ser y su modo de ver las cosas-.
Coincido con varias de las ideas que afirma; pero no comparto la visión que tiene de la Iglesia. Es el único tema en donde sus afirmaciones tienen un fundamento vago, fácil de tumbarse. Esto podría atribuirse a que, al ser la autora atea, no ve a la Iglesia con los ojos de la fe; sino, con ojos humanos. Es más, es primera vez que leo de alguien que, aunque critique a la Iglesia, reconozca abiertamente méritos en Ella. Méritos vistos con los ojos humanos, pero hoy por hoy es dificilísimo encontrar a un columnista que no le ponga tintes de desdén a los temas relacionados con la Iglesia y que admire abiertamente a un papa que los demás lo califican de cualquier otra manera.
Creo que el libro cumplirá su objetivo según la dispocisión del lector: yo no vivo en Europa ni soy estadounidense, pero me ha concientizado; a menor escala, pero lo ha hecho. El lector puede aceptar que la situación Islam – Mundo Occiedental es fuerte, pero si éste reúne las características de las ‘cigarras’ que la autora cita frecuentemente, veo difícil que asuma las afirmaciones secundarias que hace la autora; es más, este no asumir podría hacer tambalear la ya adquirida convicción de la gravedad del conflicto islámico.
¿Qué repercusiones pueden tener y en qué campos?
La mayoría de repercusiones podrían ser en el ámbito de la opinión pública. Eso era lo que Fallaci buscaba: concienciar al mundo occidental en varios temas.
En el ámbito del periodismo, la lectura de este libro podría dar luces nuevas a un periodista en lo que es la manera de enfrentar su profesión. Creo que el periodista reflexivo aprendería muchas cosas de este libro, desde la total entrega de la autora a los temas en los que se metía, como la entereza de sus convicciones. Ella creía algo, ese algo lo decía y hacía. No tenía dos personalidades ni mucho menos. Sí es verdad que las creencias que tuvo en los últimos años de su vida no eran las mismas con las que empezó su trayectoria, pero dentro de eso ‘períodos’, por así decirlo, mostró total convicción. Además, ella misma, en el Prólogo, cuenta costumbres suyas aleccionadoras para el periodista actual: no escribe de tirón, sin ver las repercusiones que pueda tener, no busca lucrar con sus escritos, ni menos mentir por dinero.
Algún comentario sobre la autora
Oriana Fallaci es una persona que a lo largo de su vida ha sufrido mucho. Autodefinida como vacunada contra las guerras, La rabia y el orgullo deja traslucir una infancia tormentosa, fuera de lo común: rodeada de guerras, con un político perseguido como padre, educada para soportar cualquier cosa. La trayectoria de su carrera y, por tanto, de su vida; todas las guerras en las que ha estado presente como corresponsal, la cantidad de entrevistas variadas –y todo lo que ha hecho por conseguirlas-, y la larga lista de detractores que tiene dejan en claro que no es una periodista cualquiera. Al leer este libro compruebo con sabor amargo que está escrito así porque la vida de Oriana ha sido como ha sido: el libro trasmite la forma de ser de la autora, y podría decir ahora que la conozco. Es de opiniones muy marcadas. No se guarda absolutamente nada y no conoce medias tintas. Hasta le he visto vetas de radicalidad: no soporta ver a los islámicos y eso le ha costado duras críticas. Algo admirable es cómo soportó todos esos años de silencio; la entereza de sus convicciones.
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Me duele tener que publicar sólo refritos -es decir, no he escrito nada especialmente para el blog- pero creo que amerita colgar este pequeño análisis que tuve que hacer para un curso en la universidad. Oriana Fallaci, periodista italiana fallecida a fines del 2006, conocida por su estilo tajante y sus entrevistas, era de las periodistas que no se callaban nada y buscaban la verdad. No sé si la llegó a encontrar, pero para cuando escribió el libro, le faltaba camino.
"La rabia y el orgullo" es un sermón -ella misma lo dice- que brotó de la pluma de la periodista a raíz de los atentados a las Torres Gemelas en setiembre del 2001. Hasta ese momento, ella había mantenido un voto de silencio. Autoexiliada en Nueva York, ella interrumpe este silencio, pero no es para jalarle las orejas sólo a los árabes: le jala las orejas a todos los europeos, a la par que cuenta anécdotas de su vida. No lo leas si estás en depresión, el libro es un poco amargo.
Dije que le aumentaría cosas; me pusieron como límite 3 caras a4 y yo pensé que las sobrepasaría, pero sí me alcanzo. Tengo el ojo más grande que la hoja =) Si puedo, comentaré algo más. Ahí va:
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El propósito de la autora al escribir La Rabia y el Orgullo
La autora escribe el libro buscando despertar las conciencias de los occidentales. Ve en el contexto del atentado a las Torres Gemelas el momento perfecto para advertir al mundo occidental de la amenaza que constituyen los islámicos. Interrumpe su silencio en defensa radical por la cultura occidental, puesta en peligro por los islámicos que quieren imponer la suya.
La autora se dirige a los occidentales. A los europeos, de manera general; a los italianos, con más énfasis. Por esta razón, el libro empieza hablando del mundo islámico y de los estadounidenses, y termina con la política actual italiana.
Los efectos de la obra en cada uno de ustedes
Leer este libro me ha abierto un poco más a lo que es problemática internacional. Antes de leerlo, miraba con malos ojos a Estados Unidos y no veía a los islámicos como una amenaza para nuestra cultura. Ahora que lo he leído, ya conozco los lados positivos de la sociedad estadounidense y conozco más de la cultura islámica.
En la idea de que Occidente esté amenazada ferozmente por el Islam, no la niego, pero tampoco estoy plenamente convencida; es decir, sé que existe pero no me tiene preocupada. Lo tengo en cuenta como una realidad que sucede, pero realidad ajena. Esto lo puedo atribuir a una ignorancia un poco grave en lo que concierne a guerras islámicas y mentalidad árabe: si hay avance árabe en Europa, es asolapado: uno lee noticias acerca de la guerra de Irak, pero de influencia e incursión islámicas en Europa, sólo algunas columnas de opinión en medios de comunicación internacionales.
Tendría que vivir esa incursión árabe masiva para verdaderamente estar preocupada. Por otro lado, además de discreto, el proceso de ‘islamización’ es mucho más lento por su propia naturaleza. La autora misma lo dice, afirmando que ella viene avisando esto desde hace –entonces- 20 años. Además, el Islam existe desde el siglo VII, y el Corán no ha cambiado en los siglos transcurridos. La misma palabra ‘islam’ significa sumisión.
En líneas generales, creo que si me informo más, a través de otras perspectivas, puedo convencerme más de la realidad actual europea, concretamente. No miro la situación con indiferencia: ahora muestro un poco más de interés por las noticias del mundo islámico.
¿Qué parte de la obra es la que más les ha impresionado? ¿Por qué?
Lo que más me ha sorprendido es la forma en que habla del mundo islámico en todos los relatos acerca de sus viajes, sus entrevistas a líderes árabes, etc. Muestra cómo es la vida en los países teocráticos, donde la religión y el gobierno tienen una unión fuertísima. Me ha impresionado la radicalidad de las leyes y costumbres, la nulidad supina de la expresión, el pésimo trato hacia la mujer; el extremismo islámico llevado a la ley, el afán de islamizar el mundo y de eliminar cualquier manifestación de cultura ‘preislámica’, ‘condenada por el Profeta’ (episodio de la destrucción de los Budas de Bamiyán), el no justificar los medios contal de islamizarlo todo.
¿Cuál es su opinión sobre lo que escribe Oriana?
Por un lado, aprecio lo escrito pues conozco el estilo de la autora y su política de no guardarse nada: decir lo que normalmente la prensa no dice; es decir, es franca, y en temas polémicos en los que nadie se atreve a dar un paso.
Acerca de lo escrito, hace buena alusión al título: sólo algunos episodios están libres de rabia. Ella misma afirma que escribió este sermón en unas semanas intensas en las que casi no comió ni durmió. Luego de un silencio de más de 10 años, la autora descargó en esas primeras notas desordenadas todo lo que llevaba dentro. Por eso, veo en la obra esos tintes rabiosos: además del estilo propio de la autora, se había aumentado todo lo que no ha dicho en esos lustros de silencio. Creo que, por estar cargado de rabia, por momentos la lectura se torna agresiva; llega un momento en que parece exagerado o fuerte lo que está diciendo. Como si llamase la atención al lector en cada párrafo. No deja pasar nada: el libro es una mezcla de relatos desordenados de aspectos de su vida, sus entrevistas y visitas a variados lugares, pequeños sermones a sus detractores, etc. Estos relatos de su vida personal dan fundamento a lo que dice –aunque, ciertamente, el texto trasluce su forma de ser y su modo de ver las cosas-.
Coincido con varias de las ideas que afirma; pero no comparto la visión que tiene de la Iglesia. Es el único tema en donde sus afirmaciones tienen un fundamento vago, fácil de tumbarse. Esto podría atribuirse a que, al ser la autora atea, no ve a la Iglesia con los ojos de la fe; sino, con ojos humanos. Es más, es primera vez que leo de alguien que, aunque critique a la Iglesia, reconozca abiertamente méritos en Ella. Méritos vistos con los ojos humanos, pero hoy por hoy es dificilísimo encontrar a un columnista que no le ponga tintes de desdén a los temas relacionados con la Iglesia y que admire abiertamente a un papa que los demás lo califican de cualquier otra manera.
Creo que el libro cumplirá su objetivo según la dispocisión del lector: yo no vivo en Europa ni soy estadounidense, pero me ha concientizado; a menor escala, pero lo ha hecho. El lector puede aceptar que la situación Islam – Mundo Occiedental es fuerte, pero si éste reúne las características de las ‘cigarras’ que la autora cita frecuentemente, veo difícil que asuma las afirmaciones secundarias que hace la autora; es más, este no asumir podría hacer tambalear la ya adquirida convicción de la gravedad del conflicto islámico.
¿Qué repercusiones pueden tener y en qué campos?
La mayoría de repercusiones podrían ser en el ámbito de la opinión pública. Eso era lo que Fallaci buscaba: concienciar al mundo occidental en varios temas.
En el ámbito del periodismo, la lectura de este libro podría dar luces nuevas a un periodista en lo que es la manera de enfrentar su profesión. Creo que el periodista reflexivo aprendería muchas cosas de este libro, desde la total entrega de la autora a los temas en los que se metía, como la entereza de sus convicciones. Ella creía algo, ese algo lo decía y hacía. No tenía dos personalidades ni mucho menos. Sí es verdad que las creencias que tuvo en los últimos años de su vida no eran las mismas con las que empezó su trayectoria, pero dentro de eso ‘períodos’, por así decirlo, mostró total convicción. Además, ella misma, en el Prólogo, cuenta costumbres suyas aleccionadoras para el periodista actual: no escribe de tirón, sin ver las repercusiones que pueda tener, no busca lucrar con sus escritos, ni menos mentir por dinero.
Algún comentario sobre la autora
Oriana Fallaci es una persona que a lo largo de su vida ha sufrido mucho. Autodefinida como vacunada contra las guerras, La rabia y el orgullo deja traslucir una infancia tormentosa, fuera de lo común: rodeada de guerras, con un político perseguido como padre, educada para soportar cualquier cosa. La trayectoria de su carrera y, por tanto, de su vida; todas las guerras en las que ha estado presente como corresponsal, la cantidad de entrevistas variadas –y todo lo que ha hecho por conseguirlas-, y la larga lista de detractores que tiene dejan en claro que no es una periodista cualquiera. Al leer este libro compruebo con sabor amargo que está escrito así porque la vida de Oriana ha sido como ha sido: el libro trasmite la forma de ser de la autora, y podría decir ahora que la conozco. Es de opiniones muy marcadas. No se guarda absolutamente nada y no conoce medias tintas. Hasta le he visto vetas de radicalidad: no soporta ver a los islámicos y eso le ha costado duras críticas. Algo admirable es cómo soportó todos esos años de silencio; la entereza de sus convicciones.