Cuando Tolkien y Lewis se encontraron por primera vez como jóvenes caballeros en Oxford en 1926, ambos se atrajeron por un amor compartido hacia la mitología nórdica. Su amistad fue creciendo y fortaleciendo mientras que leían poesía épica nórdica en un club llamado "Coalbiter". Posteriormente, fundaron una sociedad literaria "ad hoc" llamada "Inklings". Los encuentros de este pequeño grupo de amigos inspirarían a ambos: a Lewis apara escribir sus "Crónicas de narnia" y a Tolkien para crear "El hobbit" y "El señor de los anillos".
Sim embargo, fueron sus largas discusiones sobre la relación entre la literartura y la religión lo que cementó su amistad; una amistad que fue el centro de conversión de Lewis del agnosticismo. A través de una persistente paciencia, Tolkien lo inmiscuyó en el teísmo filosófico. Su subsecuente conversión al cristianismo dependía de un argumento que interpelaba de manera especial su ficcionaria mente.
Este argumento también revela algo muy importante acerca del entendimiento de Tolkien sobre su vocación como artista. Advirtió que era común, a través de la historia de la humanidad, crear mitologías de manera que transmitan las creencias más elementales. Es razonable asumir, argumentaba el escritor, que si existe Dios, Él trasmitiría su revelación en forma de mito, aunque este mito fuera verdad.
El cristianismo fue el candidato más posible para encarnar el "mito perfecto", ya que compartía todos los elementos comunes de las mejores mitologías.
El relato evangélico fue considerado por Tolkien y Lewis como una "eucatástrofe", la más alegre de todas las tragedias, ya que satisfacía los anhelos más profundos del corazón humano, incluyendo el deseo por una mitología épica. Pero este mito tenía la ventaja de ser un hecho histórico interpretado a través del texto literario y la tradición poética.
Este discernimiento desarrollado por Tolkien y Lewis en toda su literatura filosófica y mitológica los inspiró a crear nuevas mitologías para nuestro tiempo.
Para estos dos frustrados poetas, que se ganaban la vida como caballeros de Oxford, existía una obvia consecuencia de su teoría sobre la mito-poética: ellos tenían que empezar a escribir ficción popular. Si Dios usaba narrativa para comunicar su revelación al hombre, y el hombre es llamado a ser imagen de Dios en al tierra, entonces la más noble vocación del hombre es crear nuevos "mundos secundarios" en la narrativa.