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La prensa italiana se ha hecho abundante eco de un episodio ocurrido durante estos días en Milán. Una mujer, en dulce espera de dos niñas gemelas, descubre que una padece el síndrome de Down y decide practicar un aborto selectivo. Pero en el quirófano –por una “fatalidad”, se dice- se elimina a la niña sana (y luego también a la Down). El resultado fue que el dolor que se pretendía evitar –el nacimiento de un niño con síndrome de Down- acabó por multiplicarse al infinito. “Yo y mi marido no podemos dormir; nuestra vida está arruidada”, dicen al Corriere della Sera (28 de agosto).
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Desde hace tiempo se está difundiendo en algunos países lo que algunos llaman “handifobia”, el miedo al handicap. Se trata de una mentalidad eugenésica (eliminación de los imperfectos) muy distinta de la practicada por Hitler: aquí no se impone la selección desde arriba, por la fuerza, sino desde abajo, en nombre del derecho a no sufrir (se refiere al sufrimiento de los mayores, porque ya se sabe que los niños Down tienen, por lo general, una autoestima que ya quisiéramos muchos “normales”).
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Desde hace tiempo se está difundiendo en algunos países lo que algunos llaman “handifobia”, el miedo al handicap. Se trata de una mentalidad eugenésica (eliminación de los imperfectos) muy distinta de la practicada por Hitler: aquí no se impone la selección desde arriba, por la fuerza, sino desde abajo, en nombre del derecho a no sufrir (se refiere al sufrimiento de los mayores, porque ya se sabe que los niños Down tienen, por lo general, una autoestima que ya quisiéramos muchos “normales”).
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Alguien ha recordado que el episodio de Milán se parece en algo a la trama de “The Memory Keeper’s Daughter” (“Hija de la memoria”, en español), la novela de Kim Edwards que cuenta la historia de dos gemelos, un chico sano y una chica con síndrome de Down. El padre entrega la niña recien nacida a la enfermera y dice a su mujer que la pequeña ha fallecido. Pretendía evitar de ese modo el dolor de convivir durante toda la vida con un descapacitado. El relato cuenta que el chico crece en esa familia dominada por la angustia y el remordimiento; mientras que la niña vive en un entorno de amor. Conclusión telegráfica, entre otras posibles: la felicidad no se “planifica” de se modo.
Alguien ha recordado que el episodio de Milán se parece en algo a la trama de “The Memory Keeper’s Daughter” (“Hija de la memoria”, en español), la novela de Kim Edwards que cuenta la historia de dos gemelos, un chico sano y una chica con síndrome de Down. El padre entrega la niña recien nacida a la enfermera y dice a su mujer que la pequeña ha fallecido. Pretendía evitar de ese modo el dolor de convivir durante toda la vida con un descapacitado. El relato cuenta que el chico crece en esa familia dominada por la angustia y el remordimiento; mientras que la niña vive en un entorno de amor. Conclusión telegráfica, entre otras posibles: la felicidad no se “planifica” de se modo.
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