Fuente: (ZENIT.org), miércoles 4 de febrero de 2009 Después de su muerte, la figura del apóstol de los gentiles se ha ido engrandeciendo con el paso del tiempo, y su doctrina sigue siendo fundamental hoy para la Iglesia, y un ejemplo para los cristianos. Así lo afirmó este miércoles Benedicto XVI, durante la Audiencia General a los 4.500 peregrinos congregados en el Aula Pablo VI.
Basílica de San Pablo Extramuros- Roma
Con esta catequesis, el Papa concluyó su largo ciclo dedicado a san Pablo que comenzó en el verano con la apertura del año jubilar en conmemoración del bimilenario del nacimiento del apóstol. En ella, explicó cómo su pensamiento ha influido en la teología posterior, y especialmente en los siglos XIX y XX. La figura del apóstol, afirmó, "se ha ido engrandeciendo a partir de su muerte", evento del cual se tienen noticias a través de los documentos eclesiales de los primeros siglos, que le colocan al lado de san Pedro como fundador de la Iglesia de Roma.
Pablo fue mandado decapitar durante la primera persecución decretada por Nerón entre el año 64 y 68. Su tumba, en la Vía Ostiense, donde se erige actualmente la basílica de San Pablo extramuros, fue venerada desde el principio del cristianismo. "Nos ha dejado de hecho una extraordinaria herencia espiritual", explicó el Papa. Desde el principio, sus cartas entran en la liturgia, "de forma que su pensamiento "se convierte en seguida en nutrición espiritual para los fieles de todos los tiempos".
Desde los primeros Padres de la Iglesia, empezando por Orígenes, hasta los propios san Agustín y santo Tomás de Aquino, han bebido de los escritos y de la espiritualidad de san Pablo.
Losa con inscripción: "Paulo apostolo mart"
Sin embargo, el Papa se detuvo a explicar su influencia en la Reforma y en el pensamiento cristiano, protestante y católico, de los últimos siglos, temas sobre los cuales ha ido hablando a lo largo de sus catequesis de los últimos meses. Aclaró el Papa que la justificación de la que habla Lutero fue tomada de una interpretación parcial los escritos de San Pablo. Sin embargo, el Concilio de Trento aclaró la justificación y encontró en la línea de toda la tradición católica la síntesis entre ley y Evangelio, conforme al mensaje de la Sagrada Escritura leída en su totalidad y unidad.
El estudio de las escrituras en los tiempos modernos
La investigación sobre el apóstol cobró nueva fuerza en el siglo XIX y XX, esta vez desde el punto de vista científico a traés del método histórico-crítico, explicó el Papa.
"Se subraya sobre todo como central en el pensamiento paulino el concepto de libertad: en él se ha visto el corazón del pensamiento de Pablo, como por otra parte ya había intuido Lutero. Ahora sin embargo el concepto de libertad era reinterpretado en el contexto del liberalismo moderno".
Otra de las consecuencias es la disociación que se ha producido entre el anuncio de san Pablo y el anuncio de Jesús, de manera que san Pablo "aparece casi como un nuevo fundador del cristianismo". Precisamente, el objeto de las catequesis del Papa ha sido mostrar cómo en el pensamiento cristológico paulino, "en la nueva centralidad de la cristología y del misterio pascual se realiza el Reino de Dios, se hace concreto, presente, operante el anuncio auténtico de Jesús".
"Hemos visto en las catequesis precedentes que precisamente esta novedad paulina es la fidelidad más profunda al anuncio de Jesús", aclaró.
Por otro lado, un mayor conocimiento sobre san Pablo, ha permitido que crezcan "las convergencias entre las exégesis católica y protestante, realizando así un consenso notable precisamente en el punto que estaba en el origen de la mayor disensión histórica". Esto supone, confirmó, "una gran esperanza para la causa del ecumenismo, tan central para el Concilio Vaticano II".
En resumen, concluyó el Papa, "permanece luminosa ante nosotros la figura de un apóstol y de un pensador cristiano extremadamente fecundo y profundo, de cuya cercanía cada uno de nosotros puede sacar provecho".
"Tender hacia él, tanto a su ejemplo apostólico como a su doctrina, será por tanto un estímulo, si no una garantía, para consolidar la identidad cristiana de cada uno de nosotros y para la renovación de toda la Iglesia", añadió.
Por Inma Álvarez
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