sábado, abril 18, 2009

RELACIONES INTERPERSONALES. INTELIGENCIA EMOCIONAL PRACTICA



En este artículo (y quizás en algún otro) hablaré de un aspecto de vital importancia para todos nosotros. Algo que siempre me recordaba mi abuelo que en paz descanse y que no se aprende desgraciadamente en la escuela. Cómo tratar a la gente, cómo relacionarse con los demás, en definitiva, la consabida inteligencia emocional llevada a la práctica.
Es curioso, ¿cuándo en nuestra vida nos enseñaron cual era la mejor manera, la idónea, la más efectiva para relacionarse con los demás? quizás nuestros padres nos enseñaron algo de "modales" o de "buena educación", sin embargo, el estudio de las relaciones sociales es una ciencia, hay algo de técnica, de talento, de arte, de magia... y no hay curso CCC que lo imparta. En cierta manera, los hombres somos un poco robots: damos - muchas veces - la misma respuesta a un mismo estímulo. Un grito nos asusta, una palmada en la espalda nos reconforta, un insulto nos ofende, un llanto nos conmueve etc.

Este texto pretende en la medida de sus posibilidades darnos unas pistas, unas ayudas para mejorar drásticamente la convivencia con los demás a nuestro favor. Empecemos.

Primer secreto:

Sigmund Freud, uno de los más distinguidos psicólogos del siglo XX, -quizás también uno de los más grandes charlatanes de todos os tiempos ya que no curo nunca a nadie, que se sepa- dijo que los dos impulsos fundamentales en el ser humano era: "el deseo sexual" y el "deseo de ser importante". Es decir, el 80% de nuestras actividades cotidianas participan de uno de estos dos impulsos. Bien, aquí nos centraremos en el segundo. Es clave. Ya que el principio más profundo del carácter humano es el anhelo de ser apreciado. Ningún alimento necesita más la gente que el alimento para su propia estima. No estoy hablando de adular fálsamente a diestro y siniestro, ni de dispensar elogios baratos, sino de mostrar sincero aprecio por los demás. Evidentemente, esto parece no ser fácil, porque si lo que debiéramos hacer fuera sólo emplear la adulación, el mundo entero aprendería en seguida y todos seríamos peritos en relaciones humanas. No se trata de eso.

Cuando no estamos dedicados a pensar acerca de algún problema específico, solemos pasar el 95% de nuestro tiempo pensando en nostros mismos. Pero si dejamos de hacerlo por un rato y comenzamos a pensar en las buenas cualidades del prójimo, no tendremos que recurrir a la adulación, tan barata y tan falsa que se la conoce apenas sale de los labios. Emerson dijo: "Todos los hombres que conozco son superiores a mí en algún sentido. En ese sentido, aprendo de ellos". Y se debe añadir: y además hay que hacérselo saber. Como dijo cien mil veces mil mi abuelo: "Hay que ser caluroso en la aprobación y abundante en el elogio".

Segundo secreto:

¿Cuál es la única forma de que alguien haga algo por nosotros? sí, piensen, sólo hay una. La única forma de que alguien quiera hacer algo por nosotros es que quiera hacerlo. Perogrullo se estará revolviendo en su tumba después de esta frase, pero es que es acojonantemente cierta y curiosa. Por supuesto si apuntamos con una pistola calibre 8 milímetros a la cabeza de nuestro interlocutor y le solicitamos que haga algo, muy posiblemente acceda a ello, pero no olvide que aún así fue porque él y sólo él accedió a hacerlo. ¿No sería mucho mejor que encontrásemos la manera de que quisiese hacernos ese favor y que se sintiese bien por ello? existe.
Desgraciadamente, nadie quiere hacer nada por nadie. Nadie son muy pocos, cierto, pero en general se puede decir que la gente mira sobre todo por sí misma, se las trae más o menos al pairo lo que tú quieras, pretendas o te apetezca. ¿Cuál es la palabra más dicha en una conversación telefónica habitual? "YO". Ésta es una de las razones por las que nos encontramos vendedores fracasados: No venden porque sólo piensan en lo que ellos quieren (en vender y en recibir una buena paga a cambio). No comprenden que ni usted ni yo queremos comprar nada. Lo que nos interesa es resolver nuestros problemas. Y en la medida en que la gente nos sirva para cumplir nuestros deseos, le haremos caso. Por ello, por su beneficio personal, tenga tendencia a pensar siempre según el punto de vista del prójimo.

Tercer secreto:

SONRÍA. Sí, sonría sinceramente cuando se encuentre con alguien, cuando salude, cuando quede con amigos, a la cajera, al pescadero, en la oficina, al pedir la hora y el periódico, en su casa. Sobre todo a la gente que no conoce todavía. La sonrisa es, ni más ni menos, que nuestra mejor carta de presentación. Es la visa oro que abre muchas más puertas de las que nos parece. Sonriendo sincera y naturalmente le estamos mandando un mensaje directo al subconsciente de la otra persona, este es: estoy a gusto contigo, me agradas, me caes bien y simpático, me alegra haberte conocido. Como respuesta, la otra persona se volcará con nosotros, estará mucho más predispuesta a facilitarnos las cosas, a transigir.

Cuarto secreto:

Y otra adivinanza: ¿Cuál es la palabra que más le gusta escuchar a la gente? piense, es muy fácil. Su nombre. Podemos estar totalmente ajenos a una conversación, pero si por un casual se les ocurre mentar nuestro nombre, saltan todas las alarmas del subconsciente y automáticamente nos volvemos para saber qué se dijo. Por ello: haga el esfuerzo de memorizar los nombres de las personas que acaba de conocer. Decir "buenos días, qué tal?" al comenzar la mañana es muy educado por nuestra parte, pero si en vez de eso decimos: "buenos días Javier, qué tal estás?" se le iluminará la cara. Cuentan, que uno de los secretos que le llevó a Roosevelt a la Casa Blanca, fue su capacidad por recordar todos los nombres de la gente que iba conociendo. De tal manera, que uno de los limpiadores de suelos que trabajaba allí, todavía cuenta con emoción cómo cuando un día se encontró al Roosevelt por los pasillos, éste le saludó por su nombre.

Por José Ferrer

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