
Cuenta que un día de diciembre de 1995, en el curso de una entrevista, preguntó al líder de "Sugarplastic", un grupo musical de Los Angeles, qué libro estaba leyendo. Éste le respondió que "El hombre que fue jueves", de Chesterton. Dawn tuvo curiosidad y leyó aquel libro, y después todo lo que pudo encontrar del autor inglés. "Era la primera vez que descubría que en el cristianismo había algo interesante". Siguió leyendo a Chesterton, "al mismo tiempo que mantenía mi estilo de vida disipado". Una noche de octubre de 1999, "en ese estado en el que no sabes si estás dormido o despierto", oyó una voz en su interior que le decía: "algunas cosas no son simplemente para ser sabidas; algunas cosas son para ser entendidas". Esa fue la vía que le llevó tiempo después a la Iglesia católica.
Ahora, con 37 años, quiere transmitir a los demás (sobre todo a las demás) su experiencia y ahorrarles las decepciones por las que ella ha pasado. "Los paladines de la revolución sexual son cínicos, afirma. Saben en sus corazones de lata que la promiscuidad sexual no hace a las mujeres felices. Por eso sienten la necesidad de promoverla continuamente". Hace unos años empezó un blog, considerado demasiado cristiano por sus jefes en el periódico, lo que le provocaría ser despedida de The New York Post. Ahora escribe para otras publicaciones y no le importa ir a hablar de castidad incluso en locales nocturnos de Mahantan (como cuenta The Observer, 7 de enero). Es autora del libro "The Thrill of the Chaste: Finding Fulfillment While Keeping Your Clothes On".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario