jueves, febrero 17, 2011

Actualidad: LOS ABOGADOS DE ASIA BIBI CREEN QUE LOGRARÁ EL INDULTO

El Tribunal Superior de Lahore juzga de nuevo a la cristiana condenada por blasfemia en Pakistán

4 Febrero 11 - La Razón




Madrid- Ya ha pasado un año y medio desde que Asia Bibi fuera acusada de blasfemia contra Mahoma y la cristiana pakistaní continúa en una celda de aislamiento en la cárcel de Sheikupura, bajo una firme sentencia de muerte que ni siquiera el presidente del país, Asif Ali Zardari, logró anular. Sin embargo, sus abogados confían en sus posibilidades durante la próxima audiencia del proceso de apelación en el Tribunal Superior de Lahore. «Será muy diferente del anterior, ya que los tribunales de primer grado [de Pakistán] están sometidos a la influencia política y bajo la presión de los fundamentalistas islámicos, cosa que no sucede en las altas esferas del juicio», comentó uno de los letrados a la Agencia Fides. Aunque la fecha de reapertura del proceso aún no se ha concretado, los defensores de la cristiana confían en que comenzará «muy pronto» y que podría alargarse durante más de un año.

Sin embargo, el caso de la condenada a muerte por blasfemia sigue suscitando situaciones incómodas en Pakistán, donde el fiscal Saiful Malook ha tenido que abandonar el proceso contra el asesino de Salman Taaser, el gobernador de Punjab fallecido el pasado enero por los disparos de su propio guardaespaldas. Taaser era el principal apoyo político en la causa para salvar a la cristiana y además abogaba por la derogación de la Ley de Blasfemias.



Hijas de Asia Bibi muestran fotografía de su madre

Aun así, los letrados de Bibi confían en «poder demostrar que los testimonios en los que se centra la acusación no se mantienen en pie y han sido inventados», explican. Además, esperan que la acusada consiga una absolución completa y pueda abandonar la prisión a lo largo de 2011.

De momento, aseguran los letrados, «es mejor no sacarla de la cárcel de Sheikupura», donde la cristiana goza de una seguridad que nadie podrá garantizarle si consigue el indulto.

Actualidad: LO QUE CUESTA DEJAR EL SILLÓN PRESIDENCIAL EN ÁFRICA

Constituciones retocadas, elecciones canceladas o manipuladas, represión de los partidos oponentes… todas las estrategias han sido utilizadas por parte de algunos gerontócratas africanos con el fin de eternizarse en la jefatura del Estado.

Por Fernando Rodríguez-Borlado
Fecha: 6 Febrero 2011

Incluso se ha ensayado una especie de sistema hereditario sin rey, como recientemente ha sucedido en Gabón: el ocho de junio de 2009 murió Omar Bongo Ondimba, después de casi 44 años en la jefatura del Estado. Tras el breve mandato de un gobierno provisional, en octubre de ese mismo año Ali Ben Bongo, el hijo de Bongo Ondimba, asumió el poder tras imponerse en las elecciones.

Pero la recurrencia a las sagas familiares no es un fenómeno nuevo en África: en la República Democrática del Congo y en Togo ya había ocurrido algo parecido en 2001 y 2005 respectivamente. Es el caso del propio Egipto, donde antes de que estallara el conflicto los rumores ya situaban al hijo de Mubarak –que ya presidía el partido político de su padre– en la jefatura del Estado. Hoy esta posibilidad parece haber desaparecido. Y sin embargo, cabe preguntarse qué hubiera sucedido de no haberse contagiado Egipto de las protestas iniciadas en Túnez.

En cuanto a los procedimientos, si los golpes de estado fueron la moda para acceder al poder en los años 70 y 80, para aferrarse al sillón presidencial se prefiere la manipulación de la constitución o de las elecciones. Este es precisamente uno de los objetivos de estos expertos en mantener el poder: no armar jaleo.

Es el caso de Angola. José Eduardo dos Santos es el presidente de la República desde 1979. En 1992, en un gesto de magnanimidad, decidió retocar la constitución de forma que alguien le pudiera plantar cara en las elecciones, hasta entonces bastante previsibles al haber solo un partido. Sin embargo, el resultado de la primera vuelta no debió de gustarle, así que determinó suspender la segunda. Las últimas elecciones deberían haberse celebrado en 2009, pero han sido pospuestas sine die.

El mismo 1979, un golpe militar hizo desembarcar a Teodoro Obiang en la jefatura del Estado de Guinea Ecuatorial. Desde entonces hasta ahora, ha sido reelegido en todas las elecciones. Además, modificó los mandatos constitucionales que limitaban el número de veces que podía ser reelegido. Todos los procesos electivos han sido calificados de fraudulentos por la comunidad internacional. En el último, obtuvo un sospechoso 95,8% de todos los votos. Mientras tanto, el hallazgo de importantes yacimientos de petróleo ha convertido al país en uno de los mayores productores de África. Decir que es uno de los más prósperos sería ir demasiado lejos.


Muammar Al-Gaddafi

La estrategia de Muammar Al-Gaddafi en Libia ha sido distinta, aunque no mucho más sutil: de derecho, no es jefe del Estado, ni tiene ningún título político oficial, con lo que se evita el engorro de tener que modificar la constitución. Sin embargo, su control del país como líder de la revolución sigue siendo tan efectivo como cuando llegó al poder gracias a un golpe militar en 1969. Lo que sí ha cambiado es su política exterior. De suponer una amenaza por su colaboración con el terrorismo islámico, ha ido poco a poco suavizando su mensaje para dar gusto a la diplomacia occidental. Este año ocupa un sillón en el Consejo de la ONU para los derechos humanos.

Otro que le ha cogido gusto al poder ha sido Robert Gabriel Mugabe. En 1987 llegó al poder en Zimbabue, y a sus casi 87 años continúa ganando elecciones: las últimas en 2008, en las que obtuvo un 85,5% de los votos. Como todas las anteriores, han sido calificadas de fraudulentas por los observadores internacionales. Con Mubarak en la cuerda floja, Mugabe parece condenado a perder uno de sus compañeros del insigne club de los dirigentes octogenarios: en África ya solo le acompañaría Abdoulaye Wade (83), presidente de Senegal, aunque este “solo” lleve 11 años en el poder.




Paul Biya

El presidente de Camerún también lleva camino de morir en el poder. A sus 78 años, Paul Biya acumula 29 años de mandato. Y no parece peligrar el puesto: en las últimas elecciones obtuvo más del 70% de los votos, y su partido controla 140 de los 180 escaños con que cuenta la única cámara. Por si acaso, por deseo e Biya, el presidente de la república tiene poder para alargar o acortar la legislatura según le parezca.

Otro que se las ha arreglado para ir eliminando los límites a su poder ha sido Yoweri Museveni, presidente de Uganda desde 1986. Además de acumular los cargos de presidente de la república y jefe de gobierno, en 2005 hizo modificar la constitución para que pudiera ser reelegido sin límite.

La historia de Denis Sassou Nguesso es más complicada. Al poco de que la República del Congo obtuviera la independencia, trató de adaptar el marxismo a la realidad del país congoleño. El experimento no acabó de funcionar y en 1992, en las primeras elecciones democráticas, perdió el poder. Sin embargo, la guerra civil del 97 se lo devolvió. Su política ha provocado varios conatos de guerras más adelante y actualmente se vive en una calma tensa con los rebeldes.
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IMPERIALISMO DEMOGRÁFICO ¿QUIÉN DECIDE QUIENES SOBRAN?


Desde que Thomas Malthus se equivocara, hace ya muchos años, al pronosticar que Inglaterra jamás podría soportar una población superior a diez millones de habitantes, han sido muchos los que continúan repitiendo periódicamente sus mismas y agoreras predicciones. El argumento siempre ha sido el mismo: si la población mundial continúa creciendo, el planeta camina inexorablemente hacia su ruina.



Sin embargo, si echamos una mirada a la historia, deberíamos ser comprensivos con Malthus. Hagamos un supuesto, remontándonos veinticinco o treinta siglos.

Si a los íberos que poblaban la ribera del río Manzanares antes de la llegada de los romanos, alguien les hubiera preguntado por la población máxima que podrían admitir aquellas tierras que ellos ocupaban, es muy probable que hubieran asegurado que allí no había caza para alimentar más que a unos pocos miles de personas; y que si hubiera más, se exterminaría a los elefantes y bisontes de que se alimentaban; y no habría madera para construir sus viviendas; y los pequeños campos cultivables serían insuficientes; etc.

Y si les hubieran dicho que allí, en esa zona en la que apenas había unos cuantos asentamientos dispersos a la orilla del río, tres mil años después iba a haber una ciudad de más de cuatro millones de habitantes —la actual Madrid—, lo más probable es que lo tomaran a broma. Pensarían que habría que estar loco para pensar que de aquellas tierras pudiera salir carne, frutas y cereales para alimentar a esa ingente multitud.


Y sin necesidad de remontarnos tanto, si en 1950 le hubieran preguntado a alguien qué ocurriría si se duplicara la población mundial, probablemente habría dicho que sería una tremenda catástrofe.

Sin embargo, eso es lo que ha sucedido —con creces—, y se supone que vivimos algo mejor que entonces. Es más —paradojas de la vida—, resulta que bastantes de los problemas actuales de Occidente provienen de los excedentes alimentarios, y es frecuente que se subvencione a los agricultores para que no cultiven determinadas tierras o para que disminuyan el número de cabezas de ganado.


Los pronósticos aterradores han sido moneda corriente durante los últimos cuarenta o cincuenta años. Se han vaticinado catástrofes tremendas que estaban ya a la vuelta de la esquina, si alguien no hacía algo inmediatamente para contener el amenazador boom demográfico.

Una de las más famosas predicciones fue la de los hermanos Paddock, que aseguraron que veríamos millones de muertos de hambre en los Estados Unidos. Sin embargo, sus profecías se toparon con una superproducción agraria sin precedentes.

Tampoco parece que se cumplieran los cálculos de Paul Ehrlich —cuyas tesis fueron durante años un auténtico dogma en todo el mundo—, cuando predijo que en los años setenta estallaría un conflicto a escala mundial, producido por el agobiante avance de la superpoblación, que causaría cientos de millones de muertes, provocaría guerras y violencia, y destruiría los recursos necesarios para mantener la vida sobre el planeta.

Todas esas negras predicciones han demostrado tener una fuerte carga de ciencia-ficción, pero muy poco de ciencia. Por ejemplo —como señala Robert L. Sassone—, es curioso que los veinte países con mayor escasez de alimentos sean países con poca población; o que la mayor parte del terreno potencialmente agrícola siga sin utilizarse; o que las grandes fases de desarrollo de los países hoy más industrializados hayan coincidido con fuertes crecimientos de población.

Frente a tantos progresos innegables que han acompañado al crecimiento de la población, los profetas del desastre solo pueden esgrimir hipotéticos riesgos futuros. Pero los fallos de pronósticos anteriores nos advierten de lo poco fiable de ese tipo de profecías. No se puede negar que hay bolsas de pobreza en torno a las grandes ciudades del mundo, y que hay regiones en las que se padece hambre, desnutrición, problemas de salud, mortalidad infantil, etc., pero hay que comprender que se trata de problemas complejos y que sus causas no son la simple presión demográfica.

¡AL INFIERNO LOS FUMADORES!

No estoy de acuerdo con el uso del tabaco, pero... es verdad que hay males mucho peores.

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Por Rafael Gómez Pérez

Fecha: 14 Enero 2011
De: http://www.aceprensa.com/

La ley antitabaco, que ha entrado en vigor en España el 2 de enero de este año, se ha convertido, en pocos días, en un fenómeno de opinión y de “creencias”, que permite una reflexión más amplia sobre las características de la sociedad en la que vivimos.

Hay datos evidentes y otros sobre los que no compensa debatir, porque tienen la fuerza de los hechos comprobados. Ejemplo del primero es que en España fuma el 30% de la población; ejemplo de lo segundo es que “fumar mata” como se avisa con caracteres alarmantes en todas las cajetillas.

Sobre lo primero, los no fumadores son mayoría y quizá en su nombre se articula una ley tan prohibitiva. Pero, ¿qué hay de aquello del respeto a las minorías? ¿Por qué, por ejemplo, tantos detalles con el colectivo de gays y lesbianas y tan pocos para los fumadores?

Toda la furia que se descargue contra el tabaco dará una falsa conciencia de estar entre “los buenos”

Sobre lo segundo, la idea de avisar que “fumar mata” (o, mejor, “puede matar” porque no es apodíctico al cien por cien), no es mala idea; pero se podría extender a otros casos más graves; por ejemplo, poner a la entrada de algunas clínicas: “el aborto mata”; en este caso no sería correcto “el aborto puede matar”, porque es algo inexorable: la muerte entra dentro del mismo concepto de aborto.

Hay fumadores que, en el colmo de su desesperación, razonan con el extremo: si el tabaco es tan malo, que lo prohíba el Estado. En realidad, no lo hace no solo porque dejaría de obtener más de 10.000 millones de euros en impuestos, sino porque la prohibición total solo serviría, como ocurre con la droga, para engendrar todo un mercado negro, con lo que lleva adjunto de una nueva fuente de delincuencia.

Con fervor pseudorreligioso

Pero al lado de todo esto se desarrolla un fervor quasirreligioso de muchos antifumadores que querrían arrojar a los fumadores a las tinieblas exteriores. No es de extrañar, porque es muy fácil conectar este tema con el ecologismo, también como pseudorreligión. En Occidente, al darse en amplios estratos de la población una disminución de la sensibilidad religiosa –no solo de la fe– hay un deslizamiento hacia la vivencia, a modo de religión, de ideologías o creencias, no necesariamente políticas, sino sociales o simplemente de moda o tendencia. Como una aplicación de aquella célebre observación de Chesterton: “cuando se deja de creer en Dios se puede creer en cualquier cosa”.

Como aquellos fanáticos que veían “pecado” en el menor de los gestos que a ellos les parecía sospechoso, ahora basta una hilacha de humo para que haya gente que de buena gana lapidaría a quien se ha atrevido a tanto, al grito de “¡No me hagas fumador pasivo”!

En vano los fumadores razonables (porque también los hay irrazonables) aducen que solo quieren un espacio para ellos solos, aunque se ahoguen en su propio humo; que para nada quieren meter su humor en el pulmón ajeno; que les parece exigible que no se coarte la libertad de nadie, ni de los que fuman ni de los que no fuman. Esta sociedad, que acepta fácilmente males muchos mayores (casi todos relacionados con el sexo: el aborto, también de menores de edad; la libre distribución de la “píldora del día después”; los anuncios de formas aberrantes de sexualidad en las páginas de los diarios), es de una intolerancia rayana en el fanatismo cuando se trata del tabaco.

Chivo expiatorio

El fenómeno se ha dado otras veces: por la mala conciencia de aceptar males mayores, el tabaco se convierte en el chivo expiatorio. Toda la furia, el rencor, el odio que se descargue contra el tabaco –e indirectamente contra los fumadores y las fumadoras– dará una cierta (falsa) conciencia de estar en lo justo, en la corrección, entre “los buenos”.

Como en todas las formas pseudorreligiosas, ante el ardor de los fanáticos ha surgido una minoría de disidentes, de “herejes”, que adoptan el nombre de insumisos. Como casi siempre, tienen poco que hacer, porque en contra está no solo el peso del Estado sino de una gran parte de la sociedad. La sociedad mayoritaria ha experimentado en muchas ocasiones un cierto gusto en ir contra las minorías, contra quienes “no son como nosotros”. El caso del tabaco es uno más.

LIBROS: ALMA DE LEÓN

La reciente biografía de Dietrich von Hildebrand puede sorprender a propios y a extraños. A extraños porque quizá no imaginaban que tras ese nombre, poco conocido para ellos, se ocultara una personalidad tan densa y tan fuerte. A los ya familiarizados con el personaje, porque este nuevo libro pone al descubierto un periodo de la vida del protagonista apasionante y aleccionador.

El texto posee una viveza que se explica bien por su origen. Alice, esposa de Dietrich von Hildebrand, pidió a su marido que escribiera su autobiografía, especialmente sobre la etapa de su vida que ella no conoció, desde su infancia hasta el año 1940, cuando llegó a los Estados Unidos. Con ese sabor de intimidad, Dietrich fue escribiendo este relato. El manuscrito, que alcanzaba hasta el otoño de 1937, fue completado por Alice –gracias a la documentación que había recopilado– hasta el final del año 40, y ella misma retocó la narración, seleccionando lo que le pareció esencial (el manuscrito original constaba de unos cinco mil folios). El prólogo escrito por el Card. Ratzinger atestigua la atención que merece la vida de Von Hildebrand.

Dos son los rasgos sobresalientes que esculpen la personalidad de Von Hildebrand: su especial sensibilidad para lo valioso y su inconformismo ante todo lo que a ello se le opusiera.

Respecto a lo primero, casi pueden situarse en el espacio y en el tiempo los encuentros de Von Hildebrand con el mundo de lo bello (los ambientes artísticos de Florencia y de Múnich), con el rigor y la objetividad de lo verdadero (su contacto con la fenomenología de A. Reinach y de E. Husserl en Gotinga) y con el esplendor de la bondad moral (que culmina con su conversión a la fe católica). Es interesante resaltar que en esa progresiva familiarización con lo valioso desempeñó un papel fundamental su amistad con Max Scheler. Por otra parte, algo muy peculiar de Von Hildebrand es su aguda percepción de la profunda unidad entre lo bello, lo verdadero y lo bueno; así como su hondo sentido de la amistad y del amor.

El inconformismo –el tener “alma de león”– fue otra constante de su vida. Su rebeldía ante todo relativismo y ante toda doctrina que conculcara la dignidad humana le valió el recelo de muchos –y, por cierto, no sólo en el periodo de su vida relatado en el libro– y violentas persecuciones de parte del nazismo, con peligro de su vida durante años. La narración de tales peripecias hace de este libro casi una novela de aventuras.

El estilo de vida de Dietrich von Hildebrand y su rico pensamiento (anclado en la fenomenología, al mismo tiempo que profundamente humano y equilibrado) son valiosos ejemplos para nuestro contemporáneo vivir y pensar.


Biografía de Dietrich von Hildebrand

Autora: Alice von Hildebrand
Traducción de Aurelio Ansaldo
Ediciones Palabra
Madrid 2001
347 páginas

Sergio Sánchez-Migallón.
Recensión publicada en Aceprensa.

CINE: RED (Retired Extremely Dangeorus)

De: http://www.aceprensa.com/

Un grupo de agentes de la CIA, ya jubilados, empieza a tener problemas cuando desde el Gobierno se decide eliminarlos por oscuros secretos del pasado. Basada en una novela gráfica escrita por Warren Ellis e ilustrada por Cully Hammer que se publicó en 2003-2004, la película cuenta con un reparto impresionante, en el que alegra el reencuentro con actrices excelentes como Mary Louise Parker (Tomates verdes fritos) en un papel protagonista muy divertido y Rebecca Pidgeon (El caso Winslow) dando vuelo a un personaje secundario.

Hay esmero en la factura, con unas formas de paso imaginativas, buena música, un gran trabajo de cámara en la filmación de las secuencias de acción y un montaje dinámico del oscarizado Thom Noble (Único testigo, Thelma & Louise, Fahrenheit 451). Por otra parte, se nota que a estrellas como Helen Mirren y Brian Cox, normalmente alejadas de películas de tiros y explosiones, les hace mucha gracia participar y tomarse la broma muy en serio. El anciano Ernest Borgnine, 94 años, tiene un pequeño y entrañable papel.

En línea con la reciente Noche y día, RED (Retired Extremely Dangerous) tiene un guión bastante digno, con unos malos de buen nivel y una trama conseguida que entretiene y hace reír, sin abusar de la violencia (el cómic tiene mucha más), ni de procacidades. El público ha respondido y la recaudación está cerca de los 170 millones de dólares.

Guión: John y Erich Hoeber
Intérpretes: Bruce Willis, Mary Louise Parker, John Malkovich, Helen Mirren, Morgan Freeman.
111 min.